Muñeca Rota

 


Recordaba un pequeño libro que leí en mi adolescencia que me marco profundamente, cuyo autor no recuerdo. Se llama Edith y trataba de una joven huérfana; habiendo sido sus padres adinerados, es criada luego por sus tíos en una familia modesta. De inmensa belleza. Sin ser mala personas, vivía inconsciente del mundo que la rodeaba y trataba con desdén  a sus molestosas primas. Mas un día un cáncer altera el rostro de la joven y una dolorosa cirugía la deja desfigurada. En medio de su tragedia, se da cuenta del valor de la vida y del amor abnegado que le profesa su familia adoptiva, por lo que decide permitirles que entren a su corazón.

En la última escena su tía observa la hermosa imagen de la joven pintando en el jardín, su perfil sano luce igual de lozano, e irradia felicidad, la misma que se ve en la pintura. Si lo vemos de ese lado, tan solo vemos la bellezas de lo que pinta, más si nos volteamos del otro lado, veremos el dolor que causó que ella pudiera plasmar tanta belleza.

Así, si solo ven superficialmente, verán solo palabras bellas y si ven profundamente, verán el dolor que las produjo.

Edith

 

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